MUSEOS DE LA SEDA / SILK MUSEUMS

construcción de un pequeño estanque para la recogida de aguas y el plantío de algunas moreras. Tras la guerra de 1936, la Sección Femenina retoma el intento de impulsar la industria, construyendo unas dependencias para la cría de gusanos que aún perduran en la finca anteriormente adquirida. Otros proyectos para fomentar e impulsar la sericicultura se deben a la que fuera Delegada de Cultura Insular durante la década de los setenta del siglo XX, Dña. Miriám Cabrera, que organizó varios cursos impartidos por las dos artesanas más notables del momento, Dña. Nieves Jiménez Jiménez, maestra hiladora de seda y Dña. Bertila Pérez González, maestra tejedora y de todas las manipulaciones posteriores al hilado. 12 A principios de la década de los años 80 con la inestimable ayuda de Dña. Ana Roquero, redactamos un proyecto destinado a la revitalización de la industria de la seda en La Palma donde se contemplaban una serie de acciones encaminadas a incentivar la producción de criadores de gusanos, hilanderas, manipuladoras de las siguientes fases del proceso, las tejedoras y a las dedicadas al acabado de las piezas; también se proyectaba impartir varios cursos sobre diferentes métodos de tinción con productos naturales, para concluir con la instalación de un museo complementado con una escuela permanente para el obraje tradicional de la seda. Después de muchos avatares, en el año 2001, se logró instalar un taller visitable en dependencias municipales ubicado en el centro del casco urbano de El Paso, donde las últimas artesanas podían trabajar de cara al público y vender sus producciones. Diez años después, en el mismo edificio se inaugura el museo del que hoy tratamos. Esta instalación permitió que el público -al conocer más pormenorizadamente los costes y la laboriosidad incorporada a las confecciones- pudiera entender el valor económico de las mismas. La apertura del taller al público tenía como objetivo principal aliviar a las artesanas de las constantes visitas que recibían en sus domicilios donde tenían sus talleres y, a la vez, dar la oportunidad de conocer esta industria artesana a todas aquellas personas, que habiendo oído hablar de ella, se desplazaban hasta el municipio de El Paso en busca de los pocos talleres que perduraban (a lo sumo dos), pero no siempre logrando su objetivo pues, por múltiples razones obvias, las artesanas no estaban en sus domicilios, o no facilitaban el acceso a los foráneos pues les suponía una gran pérdida de tiempo en sus minuciosas labores, que tenían que explicar detalladamente. Tener el taller abierto al público suponía garantizar que los visitantes conocieran la seda palmera, tener una ayuda económica para las artesanas, pues se cobraba una pequeña cantidad por la entrada, y tener una guía que dominaba varios idiomas que atendía 12 Noda, 1985: 14 75

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